28 de enero de 2016





"¿a qué velocidad tengo que vivir para volver a verte?"
— 5 centímetros por segundo


Fue en ese momento, ¿sabes?, cuando nos cruzamos por primera vez.
Ahí supe donde yacía la eternidad.

Eras sólo un sueño, un dulce y constante sueño,
y supongo que me enamoré de ti justo al conocerte,
como si llevara esperándote toda una vida.

Y sigo enamorada de ti,
después de todo éste tiempo aquí sigo,
llorando letras que suspiran tu nombre.
No tengo forma de hacértelo saber.

Siempre he sido una cobarde,
demasiado asustada como para hablar contigo,
como para decirte que eras preciosa,
como para besarte cuando te tenía cerca.

Siempre he sido una cobarde,
y ahora no sé si tendré otra oportunidad.
Una oportunidad de decírtelo al fin.

Que te quiero.






14 de enero de 2016

Recomponer


Te pido que me recompongas.

A veces algo inexistente se rompe por la mitad,
te rompes por la mitad y te quedas a medias, sola,
tumbada sobre el banco frío mirando las estrellas.

Es lo único que se mantiene estable
y ni siquiera te puedes encomendar a ellas,
porque hasta las estrellas desaparecen durante el día.

Así que te lo pido a ti,
ven y recomponme.



10 de enero de 2016

Dos palabras, cinco letras





Hoy he llorado mares al toparme con tu ausencia al llegar a casa, sigo anhelando encontrarte acurrucada entre las sábanas cada vez que entro en mi habitación cuando ya ha caído la noche. 
He tenido que calentar la cama yo sola y con lágrimas en los ojos he cogido el móvil y te he mandado el mensaje que jamás creí que te mandaría.



"Lo siento, siento que cuando te despiertes tengas que leer esto y no el buenos días de siempre.
Espero que me perdones pero he pasado una noche tan perfecta, tan increíble, que por un momento me he olvidado de que existes, de que estás acurrucada en tu cama a tantos, y tantísimos kilómetros de mi. Me he olvidado de ti hasta que ha sonado la primera canción que me cantaste, hasta que he visto algo que ha hecho resonar en mi cabeza un rápido ¡sácale una foto, le encantará!.
Y cuando ha vuelto tu sonrisa a mi memoria, tu mirada de fuego y hielo, el sabor de tus labios, la dulzura de tu olor, tu carácter como un huracán y tu personalidad de bombón de licor me han temblado las rodillas al recordar que quizás, uno de esos fines de semana que podemos pasar un poco más cerca, sea el último.
Me quedé sola en medio de la plaza, cuando todos se habían ido poco a poco, cuando me despedí de los últimos que quedaban y me alejé con la intención de volver a casa pero me detuve, y así quedé sola con las sombras del alba danzando entre los inmensos árboles que bordean mi camino a casa.

Me quedé sola y pensé en ti; pensé en como nos conocimos, en los nervios de vernos por primera vez aunque aún no sentía nada por ti, ¡ni por asomo! Sí, aquella vez estaba nerviosa, porque ibas a ser un pilar fundamental para mi vida desde ese preciso momento y yo no lo sabía; al fin y al cabo sólo era un fin de semana. 
Pensé en qué momento me enamoré de ti, en que instante comenzaste a ser algo más que una chica que me acogió durante un fin de semana al otro lado de la Península y, ¿sabes qué?, recordé algo de aquel fin de semana, un momento entre partidos tirados en el césped artificial que marcó lo que sentiría por ti durante mucho, mucho tiempo.
Fue la primera vez que te dije que tienes unos ojos preciosos y por algún motivo creo que ahí, en ese preciso instante en el que estábamos solas tú y yo rodeadas de gente, me enamoré de ti.

Pensé, de pie en esa plaza, en cuanto podría resistir sin decírtelo, a todas horas, sin cortes ni publicidad. No tarde mucho en averiguarlo porque al llegar a casa y ver la cama vacía agarré el móvil para escribirte esto, para pedirte que no lo olvides nunca; te amo".






9 de enero de 2016

A 800km




Lo admito, me jode.

Me jode las noches y los días,
el sueño y los despertares.
Me jode que no estés aquí.

Me jode saber que no estás,
que hay kilómetros que nos separan,
que mi nombre no es el único en la baraja.

Me jode que mi nombre no sea el único en la baraja,
y nunca te lo diré, porque no tengo derecho,
porque no me debes nada.
Yo te lo debo todo.

Me jode saber que quizás sea la última noche,
la última noche que te quedes hablando conmigo,
la última noche que tengamos para nosotras.

Me jode que pueda ser el último día,
las últimas horas antes de que alguien
pueda nombrarte lo que yo no puedo,
pueda presumir de lo que yo no presumo,
de lo que no tengo razón para presumir.

Muchos dirán que puedo, que debo,
que es cuestión de decisión y no de opción.
Dirán que vale más la voluntad que la distancia.




Como se equivocan.