27 de julio de 2015

Osa Mayor







Nunca nadie se había parado a observar como los lunares que abundan en mi piel formaban coordenadas de una noche estrellada, como en mi espalda, entre manchas y agujeros negros, se creaba la Osa mayor, convirtiendo mi espalda en el mapa interestelar de una noche sin nubes.
Y fue que una noche sin nubes, con la luz de la luna entrando por la ventana me susurraste al oído; "tienes una constelación en la espalda". Nunca había conocido a nadie que se parara a mirar detenidamente mi piel hasta encontrar constelaciones.
Todo el mundo se había fijado en esos dos lunares simétricos a ambos lados de la nariz, justo donde la gafa los cubre, que solo se ven cuando me desperezo una mañana en la cama o me froto los ojos cansada de ver a través de unos cristales, pero nunca en formas de masa superior.
Mi cabeza se imagino tus dedos recorriendo una y otra vez la línea que formaban esos pequeños puntos de oscuridad, dibujando como una niña pequeña la constelación con tu lápiz imaginario.

Apoyé la cabeza en la almohada y deje a tus dedos vagar por mi piel, como un cohete por el espacio, buscando nuevas constelaciones que nombrar y dibujar.




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