22 de diciembre de 2014

Atrás



Decidí huir, correr, cuando era demasiado tarde. 
Decidí alejarme de algo que era tan imprescindible para mí como respirar.
Y perdí. Perdí la guerra.
No mire atrás, no me pare a preguntar o a cuestionar el impulso ávido que recorría todo mi cuerpo.
Desaparecí entre sangre y dolor, entre la tierra y el cielo.

Entraron desde abajo, dejando el veneno corrosivo a cada paso que daban. Yo seguía huyendo.
Si me hubiera dado la vuelta quizás habría visto el vacío.

Alcancé devastada la armonía del paisaje exterior y me sumergí en el falso pensamiento.
Entraron en mis venas y se deslizaron por mi sangre. Se teñía de negro mi interior con el trascurso de su avance. El veneno alcanzó los huesos que se quejaron de tan mal trato. Buscaban el centro blindado.
Estaba ciega, sorda, muda.

Y llegaron a la escalera de huesos; y yo huía, y corría, 
y creí en un arrebato de locura que lo conseguiría, que alcanzaría la vida sin morir.
Reí a carcajadas agitando mi interior pero sus cuerpos lo resistieron. 
Clavaron la punta de sus pies en el hueso y ascendieron. Se toparon con las bolsas de aire y saltaron sobre ellas privándome del oxígeno. Y caí, y queme todo a mi alrededor.

Y llegaron hasta el corazón blindado, y la soltaron. Y entró. 
Entró su olor y su voz, y entraron su risa y su mirada, y sentí como lo perdía, como lo perdía todo.
Perdí la razón, la cordura, los sentimientos y el orgullo.

Mientras ella se apoderaba de mí yo desaparecí. 
Y fui el fuego que arrasó la tierra, y fui las aguas que inundaron las bolsas de aire, y fui el aire que circuló entre los huesos de los caídos. Y regrese a la tierra mientras ella se hacía con mi corazón.





2 comentarios:

  1. De verdad que me encanta como escribes, leona :)
    (a ver si me deja publicar el comentario, cojona)

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    Respuestas
    1. Siempre me sube el animo que te pases por aquí Lady Garonne.
      Y lo mismo podría decir yo de ti, querida.

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