9 de octubre de 2014



Se consumió lentamente, poco a poco. 
Dejo que la muerte y la vida se echaran a cara o cruz su alma y su cuerpo manteniéndose en un constante empate, haciéndola sufrir, pero aún viva. 
Cuando alguien le dijo "Has cambiado", ella pensó "¿He cambiado o me habéis cambiado?" Morfeo ya no cortaba sus noches eternas, y lentamente se dio cuenta que jamás volvería. Así encontró el lugar donde respirar quema los pulmones, donde el cuerpo es pesado y moverse duele, donde la piel se cuartea y las cicatrices viejas se abren.
Se dejo destruir sin ser capaz de levantarse de tantas patadas y zancadillas. No fue capaz de deshacerse de tantas cuerdas atadas a los tobillos, de tantas cadenas abrazando su cuerpo y tirando de él hacia la inmensidad del abismo y lentamente se volvió más callada, sus noches más largas, sus heridas más grandes, sus mangas más largas, sus comidas más pequeñas. Se volvió más delgada, su piel más pálida, su música más alta, y nadie lo noto.



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