20 de agosto de 2014


Han pasado los días, semanas, meses, casi un año. Han pasado primaveras y veranos, el invierno y otoño para dejar los sedimentos necesarios para tapar su nombre. He llorado, amado y vuelto a caer, como una montaña rusa. Esa es la sensación que tienes cuando estas enamorada y pase lo que pase, sigue siendo imposible olvidar su nombre, no querer tenerte entre mis brazos, desear que sonría cuando aparezco. 
Sus ojos, sus labios de fresa, el pelo sedoso, revuelto al viento, rebelde ante el cepillo. Su sonrisa, blanca, pura, dulce, cálida .. ¿Puedo hacerla sonreír? ¿ Sonreiría para mi?
La he oído cantar y cada fibra de mi ser aplaudió cuando acabo, riendo como una tonta y segura de que tendría "esa sonrisa boba" ¿Y que puedo pedirle? "¡Canta! ¡Canta para mi! Cántame lo que sea, lo que tu quieras, no me importa, solo quiero escucharte."
¿Porque no podía dejar de mirarla? ¿Porque con tan solo el movimiento de su mano, de su pelo, el brillo de sus ojos verdes me cautivaba? ¿Porque solo existía ella?
Solo existía ella porque mi corazón lo decidió así, solo la veía a ella porque el brillo de su sonrisa, la dulzura de su voz, porque en la calidez de su mirada erradicaba cualquier intento externo de llamar mi atención. Yo no podía hacerla sonreír, era imposible. Decidí dejar de intentarlo cuando me puse nerviosa la primera vez que la vi. ¿Como puede causar alguien que mide menos que yo ese efecto tan intenso?




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